A menudo pensé en esta escena.
Encontrarte, después de algunos años,
los suficientes
para saberte lejos,
y a la luz detenida de una noche
que no acuse las faltas del azar,
preguntarme contigo
si no vino mejor equivocar las cosas.
Han pasado las sombras y los sueños
a la velocidad que los perdía.
Todo este tiempo
son tus ojos que buscan desengaño
a través de los míos,
y la disposición amable
de lo que más nos separaba.
Lo mismo que nos une ahora,
equivocar las cosas.
Luis Muñoz (Septiembre. Ediciones Hiperión, Madrid, 1991)
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