Tal día como hoy, en 2010, un dermatólogo reivindica hasta el extremo el valor de su especialidad, aunque su sueldo sea muchísimo más bajo que el de cualquier traumatólogo: «Prefiero morir de piel que vivir de rodillas».
Tal día como hoy, en 2010, un dermatólogo reivindica hasta el extremo el valor de su especialidad, aunque su sueldo sea muchísimo más bajo que el de cualquier traumatólogo: «Prefiero morir de piel que vivir de rodillas».