Y cuando todo el mundo se iba
y nos quedábamos los dos
entre vasos vacíos y ceniceros sucios,
qué hermoso era saber que estabas
ahí como un remanso,
sola conmigo al borde de la noche,
y que durabas, eras más que el tiempo,
eras la que no se iba
porque una misma almohada
y una misma tibieza
iba a llamarnos otra vez
a despertar al nuevo día,
juntos, riendo, despeinados.
Julio Cortázar: Después de las fiestas
(Salto al crepúsculo. Alfaguara 1984)
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«Tu y mi amor, mientras miro
dormir tu cuerpo cuando
amanece. Así mira
un dios lo que ha creado.
Mas mi amor nada puede.
Sin que tu amor acceda:
Él solo informa un mito
en tu hermosa materia»
Luis Cernuda «La realidad y el deseo»
Precioso, Juanjo!